La práctica médica del siglo XXI se está transformando. Ya es una realidad que muchos pacientes hablan con sus médicos por Whatsapp. Empresas como Facebook  han anunciado que ingresarán al sector para brindar información preventiva. Google, Microsoft y Apple ya han solicitado 313 patentes de atención médica desde 2013.

Recientemente, el Wall Street Journal reveló que Google está recopilando información detallada de registros de salud de millones de estadounidenses, sin informar ni a pacientes ni a médicos, abriendo el debate sobre el derecho a la privacidad. El diario advierte que Ascension, el sistema de salud católico más grande del mundo y sin fines de lucro más grande de los Estados Unidos, está compartiendo con Google resultados de laboratorio, diagnósticos y registros de hospitalización, así como historias de salud completas con nombres de pacientes y fechas de nacimiento. 

La explosión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los últimos años ha posibilitado que se desarrollen muchas aplicaciones que complementan el uso de tecnologías digitales con ideas innovadoras. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la telemedicina o “salud digital” comprende la incorporación de las nuevas tecnologías al ámbito sanitario con el objetivo de  reducir las desigualdades en el acceso a asistencia y tratamiento y hacer más sostenibles y eficientes los sistemas sanitarios. ¿Pero qué implica realmente?

En Argentina, la telemedicina no es algo nuevo, sin embargo, el crecimiento del uso de la salud digital está actualmente en boca de los sectores sanitarios y de la política. En octubre, en el debate de candidatos a Jefe de Gobierno de la ciudad, Matías Tombolini propuso “usar el celular para desagotar las guardias, para hacer un video llamado con tu número. Proponemos dar pulseras a los pacientes”. Actualmente el hospital Garrahan cuenta con un Programa de Telemedicina y de Telesalud Pediátrica. Asiste hace tres años a las unidades pediátricas del interior del país desde el hospital mismo. 

El Doctor Gabriel Barbagallo es Gerente Médico de Filiales de Osde y presidente de la Asociación Civil de Telemedicina de la República Argentina (ACTRA). La asociación forma parte del grupo asesor de la Secretaría de Salud en donde se trabaja en la regulación y en la difusión de este tipo de prácticas con la intención de unificar criterios. 

Cómo funciona

Barbagallo define a la telemedicina como una herramienta de acceso. “Es para que más gente pueda llegar a la tecnología médica, de mejor manera, más rápido y se puede complementar presencialmente”, afirma.

El sistema se usa para casos de baja complejidad, como cuadros febriles, digestivos inespecíficos o problemas dermatológicos. La evaluación del médico comienza con una aplicación que se debe descargar en el celular. 

“Primero la consulta virtual tiene que ser aceptada con consentimiento informado del paciente. Si una consulta no alcanza con el contacto virtual, se debe continuar con asistencia personal”, afirma Barbagallo. 

Además de llamar a un médico a domicilio como en cualquier sistema de salud, se ofrece la opción de contactarse  virtualmente con un médico. Es decir, entre las dos y tres horas que se estiman para la llegada del médico, la consulta o la ida del profesional no se cancelan: “Queda despachada y se empieza a atender de manera virtual ”, explica. 

Según Barbagallo, si la consulta es de baja complejidad el 85% se resuelve solo con ese primer contacto. El otro 15% sigue en despacho y el médico termina yendo en el tiempo prefijado. “De esta manera se mantiene el margen de seguridad”, afirma. 

Ingrid Briggiler, médica ginecóloga y obstetra, es fundadora y CEO de Llamando al Doctor, empresa de telemedicina que conecta médicos y pacientes a través de una aplicación móvil para resolver las consultas de baja complejidad de manera rápida y ágil. Hace dos años que está en el mercado y tiene llegada a dos millones de usuarios y presencia cuatro países de latinoamérica. 

La idea la tuvo en la facultad, cuando los profesores interrumpían las clases para contestar llamadas de sus pacientes. Mientras se concentraba en la residencia médica investigó y asistió a eventos de emprendedores. Se contactó con desarrolladores de aplicaciones para iniciar el emprendimiento. Invirtió 12 mil dólares tres años antes de que realmente alguien ponga plata en su empresa. Finalmente el Centro de Innovación Tecnológica, Empresarial y Social (CITES) invirtió 355 mil dólares en su idea.

“Me di cuenta que había una necesidad de parte de los pacientes y decidí desarrollar un servicio focalizado en resolver ese problema de comunicación”, revela. “Los pacientes confían porque se les ofrece un servicio que los tranquiliza. Pueden calificar el servicio, hablamos con ellos todo el tiempo y tenemos servicio de atención al cliente 24 horas. Todos nuestros pediatras son del hospital Garrahan”, señala. Actualmente la empresa cuenta con 45 personas y 30 profesionales médicos trabajando en la aplicación.